La demanda energética aumenta con el avance tecnológico y social. Por tanto, en un mundo en constante expansión, debemos localizar fuentes de energía y vectores energéticos que minimicen el impacto ambiental.
Las energías renovables son inagotables e infinitas, pero dependen de las condiciones climáticas. Además, existe un desfase entre horas de producción máximas y las de consumo. La solución es almacenar esta energía para verterla a la red cuando exista demanda. Sin embargo, los sistemas de almacenamiento tradicionales no son capaces de almacenar tanta cantidad de energía por el tiempo necesario. Es ahí donde entra el hidrógeno. Mediante la electrólisis del agua, se obtiene hidrógeno, que se puede almacenar y usar posteriormente para producir energía.